lunes, 17 de septiembre de 2012

sábado, 25 de febrero de 2012

Casi triste

Ella se había quedado dormida en el sillón. Una imagen desconsoladora: la minifalda arriba de los muslos y sus piernas abiertas, dejaban ver la ropa interior, su cabeza ladeada hacia el costado donde yacía una botella de whisky, el cenicero repleto donde la noche rebalsaba. También yo me habría dormido. Demasiado rubia, pensé, poco convencido. La cubrí con una manta y apagué la luz, antes de irme. Afuera no me sorprendió una tenue lluvia. Después de todo la lluvia confunde nuestra propia tristeza.