domingo, 28 de febrero de 2010

Que lava y enfría

Ella corre, desnuda, por supuesto, detrás van cayendo paisajes de guerra, teatros de guerras, soldados armados con lanzas, escudos, pistólas laser, hachas de piedra; soldados de viejas y antiguas guerras y épocas; romanos cuyas capas rojas danzan en el aire mientras dan una y otra y otra vuelta y caen heridos de muerte ya, iroqueses intrepidos pintados por la mano que habrá de cerrar sus ojos, lanzando alaridos donde tiemblan espejos y cielo; legionarios sedientos bajo el sol de áfrica tropezando como si de pronto los hubiera alcanzado un gas venenoso, como si sus cuerpos buscaran salirse de sí mismos; ella corre sobre el delgado oleaje en que apenas sus pies se hunden; y detrás, ah detrás, se inicia el prodigio, el eléctrico parpadeo de la vida, una y otra vez, y los planetas estallando... desnuda ella, con la cabellera rubia de sol, y detrás, detrás se caen y levantan imperios, y cada hombre muere y pasa por su cuerpo y yo la espero llegar ah desnuda corriendo con sus ojos en la desmesura de su sexo bajo la lluvia que lava y enfría la tarde.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Borgeano

el anciano
recibe el frío en su rostro
camina despacio
apoyado en el bastón
sospecha que ese lugar es extraño
pregunta por las bocinas
por la urgencia
por los malevos
interroga en lunfardo al infinito
hace tiempo que lo expulsaron los espejos
y viene intuyendo la muerte como un libro sin orden
ni sentido
lleno de páginas en blanco

y si volviera a nacer nada habría cambiado
habría andado por los mismos laberintos
sin el hilo de ariadna/kodama
por los mismos senderos
en la misma ceguera
que, después de todo, es un mal favorable para un poeta

o cambiaría este instante
donde sospecha
se le hace cuento que se está muriendo en buenos aires

..................

El amor en sus colillas

Sí, nos amamos.
A golpes.
A arañazos,
con furia y con ternura.

Habían pasado las adiciones
en largas caravanas;
multitudes demacradas,
clows asesinos,
madres violadas
en la tv.

Río de alcohol,
ríos de angustia,
ríos hilarantes.

Sólo faltaba la adicción a tu concha,
incurable, por cierto.

Sí que nos amamos.
Apagamos puchos en nuestras espaldas.

viernes, 19 de febrero de 2010

Diversidad: lo dicho y no dicho ó No hay un chancho que no vuele

Abuelita me mira, como se mira a un chancho con el que se ha encariñado mientras piensa "debí habérmelo comido, horneado con una manzana o naranja en su hocico" así me mira y gruñe y abre sus piernas blancas, de piel lechosa, y se deja caer fláccida, sobre la silla, frente a mí, sin dejar de mirarme como al chancho asado sobre la mesa, con el mismo amor, con el mismo deseo mientras se abanica y como si sus palabras vinieran desde su entrepierna, desde esa oscuridad, o desde el canal lleno de su cólon, o de sus tripas lo mismo da, de a poco va articulando cada letra descascarada que su voz recrea como si le hablara a un chancho que no puede ya comer en ciertos términos, en una realidad básica, tan básica como la piel de chancho que me envuelve, ¡oh grasosa tibieza!, este miedo chancho que hurga con hocico sucio bajo el corazón y en la mugre mía hecha de palabras y deseos y muertes que no son muertes si no apenas una síncopa de esta puta vida, estas chanchadas de revolcarse siempre bajo el filo y el hambre ajeno, estas patas cortas y esta mentira de chancho nacido bajo el signo de hombre, así me digo y mira abuelita y dice: esa chica no era para vos.

jueves, 11 de febrero de 2010

Oh, otra vez

Quizás ha pasado una vida, o más que una muerte ya desde aquellos días de Pamela y clonazepam y sexo a la deriva, en cualquier sitio a cualquier gana más o menos admitible. Ella y sus uñas y su lengua furiosa y la mirada perdida y esa crispación en los labios, esa muecamuerte esa herida angustiosa en el rostro mientras me lastimaba/clamaban sus uñas, enterrándolas en mi espalda. Ha pasado una muerte; y pasea un fantasma que entona con su nombre ahora en mi teléfono móvil: soy yo, soy Pamela, oh Vielov ¿me escuchas? ¿estás ahí? Y sé que no es su cuerpo, su verdadera voz, es la translúcida piel de su fantasma su deseo, llamándome. Y son llamas en mi carne, envuelta, lacerándose, deseándose, buscándola y buscándose de ese modo. Soy Yo, insiste, Vielov, oh Vielov. Y grito o pienso que grito o digo en un grito: ¡Oh, otra vez esta vidamuerte de saberla y desearla, esta muertemuerte de nuestros nombres sonando en nuestros labios! ¡Ah, jamás me masturbaré pensando en vos!