domingo, 28 de junio de 2009

Mis días con clonazepam

No, yo jamás tomé una de estas pastillitas. Pero ella sí, ella las tomaba como agua o caramelos. Sobre todo cuando no quería escucharme. Podía tragarse seis o siete en un minuto. A veces me daba la sensación de una proeza, tantas pastillas tragadas y ella impertérrita. Nadie me creía cuando lo comentaba. Abuelita, Pamela se tomó seis pastillas ¿podés creer? Mi abuelita me contestaba: también yo. Y era cierto. Pero la vieja se quedaba como muerta. Pamela no, Pamela estaba más despierta, más siniestra como si el clonazepam le avivara la hija de putez, la extrema necesidad de sufrir y hacer sufrir. Entonces cuando justo íbamos a discutir, por cualquier cosa pero más por su forma, su necesidad de hundirme puñales (debo reconocer que yo tenía por aquellos días una carne bastante dispuesta para las heridas, y no porque me gustara ser herido si no porque la amaba a esa hija de puta) ella comenzaba esa mecánica de tragarse una y otra y otra pastilla. Y discutir era entonces la puerta. Una vez compró un perrito - llavero, era horrible. Me preguntó ¿es lindo, no? Y yo que no acostumbro a mentir pero que puedo suavizar una respuesta sin utilizar eufemismos, contesté: no, es algo feo. Era preludio de Noche buena. Puedo asegurar que esa noche el niño Jesús no nació, que no hubo noche buena, que los reyes magos se perdieron en una villa miseria y fueron violados masiva y consecutivamente y hoy trabajan como travestis vip. Lo que me hace pensar que si no hubo navidad nunca hubo de haberla, nos habríamos salvado de la Inquisición, de la pederastía sacerdotal, del poder de la iglesia en los estados y su obvia inclinación hacia las dictaduras y su necesidad de pobres e ignorantes. Pero decía que ese día lloró y tomó no sé cuántas pastillas. Vos sos bueno, me decía luego de insultarme y tratar de arrancarme los ojos, sos más que bueno, sos un ángel, vos sos un ángel, repetía llorando hermosa como un rayo sobre el árbol. Tardé mucho en saber que ella creía que los ángeles mutaban en demonios. Tardé demasiado. Tanto tardé que lo comprueban las plumas caídas en torno a mí, estas dos enormes heridas en la espalda, esta cola que meneo, esta roja tristeza donde paladeo el sabor de clonazepam de su tibia boca.

sábado, 27 de junio de 2009

Música del siglo

Sinfonía idiota

Y sucedió que la Idiotez descendió a su foro de idiotas;
tropezando en su descenso con cuanto se interponía,
imprecando idiotamente sentóse ante la feligresía
que babeaba o reía sin sentido.
Desde allí, satisfecha, comprobó una marea humana
compacta,
desmesurada,
idiota, la comprobó.
Y ante su presencia aullaron
y comenzaron a darse golpes,
a decir: yo, yo, yo;
a comer sus excrementos.
Y la Idiotez amaba a sus hijos
y éstos golpeaban sus cabezas contra las gradas.
Y todos estaban dispuestos en orden de importancia.
Los idiotas de primer orden,
los de segundo orden
y así hasta el idiota último que nunca nada entiende.
Los más importantes idiotas
daban órdenes estúpidas
a sus lacayos de alma de ratón,
de ojos acuosos,
de corazones con pústulas
quienes ordenaban a su vez a otros y esos otros a otros.
Y todo era una larga cadena de idiotas
hasta el idiota último que nunca nada entiende
pero babea mejor.
He ahí que la idiotez llamó a silencio,
cosa imbécil pues el silencio no es probable
ante lo que es sordo,
torpe,
idiota.
Se escuchaba el caer de baba,
murmullos,
risitas,
cosa que la Idiotez consideró silencio
y ante la cual dijo:
"Hijos míos,
reunidos estamos..."
y no pudo seguir pues los idiotas de órdenes menores
(los más numerosos)
prorrumpieron en emocionados aplausos
y cánticos de alabanza
menos el idiota último que nada entendía
e intentaba asir su ombligo retratado en las pupilas.
Calmado el auditorio mediante gases y otras maniobras represivas
continuó el discurso interrumpido:
"Decía, hijos míos, que reunidos estamos
en gracia de hacer de esta fuerza..."
Allí mismo los órdenes medios
manifestaron entusiasmados su acuerdo en desacuerdo
gritando: revolución sí, burguesía también;
escupiendo hacia arriba,
orinando hacia abajo.
Fue preciso más de una promesa,
coser sus bolsillos,
darles coberturas sociales, jubilaciones
para calmar los ánimos exaltados de los medios,
reanudando así la Idiotez nuevamente su alocución:
"Estamos reunidos en gracia de hacer de nuestra comunión
la más increíble, única verdad
que gobierne el universo por los siglos de los siglos
y ante la cual caigan doblegados aquellos que se resistan a tamaña fuerza y clero"
nuevamente vióse interrumpida
esta vez por los órdenes mayores
a saber: presidentes, ministros, religiosos, empresarios,
zares de la información, "prestigiosos" académicos,
intelectuales a lo octavio paz;
quienes se disputaban el honor de hacer de la Idiotez
un reinado perenne y poderoso.
Tan afanados estaban que hubo discursos y amenazas,
nombres de santos invocados contra otros santos
así como dioses alzados contra otros dioses
y economías cercadas por bloqueos económicos.
Y la Idiotez amaba a sus hijos.
Viendo entonces que en ellos se habían enquistado el orgullo y el odio
dispuso su vara
(que mide todo según la consecuencia subjetiva
haciendo culpable del error a cuanto es ajeno o contrario);
vistió de gala a sus imbéciles acólitos
dando comienzo a la sinfonía más aterradora,
más siniestra,
más estúpida que se haya visto jamás.
Y dijo: Salgan de los instrumentos de cuerda sonidos peores que el llanto.
Salgan ayes, blasfemias, imprecaciones
y una malsana estupidez que impida razonar;
y sean estos instrumentos los órdenes bajos.
Y la Idiotez ordenó a la ignorancia que pulsara esos desviados instrumentos.
Ha de ser el sonido de percusión con estruendo de bombas,
con cucharas golpeando los platos del hambre,
con traqueteos de fusiles automáticos
y todo sonido que destruya,
mutile,
mate;
comanden estos instrumentos los órdenes altos de los órdenes medios.
y los generales babeaban pensando en laureles y honores,
sacerdotes comulgaron vehículos computarizados
y los funcionarios invocaban patriotismo;
ordenando a la codicia que los golpeara incesantemente, la Idiotez bailaba.
y salga de los instrumentos de viento pedorretas a la razón,
flatos de odio,
silbos de muerte.
Y la soberbia dirigía los vientos.
Coros de imbéciles desafinaban grotescamente.
El último idiota seguía sin entender como arrancarle sonidos
al inútil pandero que aprisionaban sus manos.
Y la tierra se cubrió con aquellos deformes compases.
Todo moría ante la sinfonía de los idiotas.
Y la idiotez amaba sus instrumentos.

sábado, 20 de junio de 2009

Viaje

Me voy una semana a la montaña. A la vuelta escribiré sobre "Mis días con el clonazepam" y unas breves reflexiones sobre una entrevista a Rodrigo Fresán, adelanto que: el escritor antes que escritor debe ser un ser humano atento al ser humano que es el otro. Entonces: Ezra Pound era un nazi de mierda, y Bioy y Borges de viejos forros oligárquicos. Fresán es un pelotudo. Nos vemos la próxima semana. Los maldigo alegremente.

miércoles, 17 de junio de 2009

Tatuáme al Che

Entré el local de tatuajes dispuesto a borrarme el nombre de mi última ex, con cara de circunstancia porque ¿cómo le explicaba al tatuador que estaba feliz de haber sido abandonado? o peor ¿cómo le decía que había iniciado otra relación y que mi nueva pareja no creería que mi abuelita se llamara Pamela? Entonces ahí estábamos, buscando un nuevo tatuaje cuando entró un pendeja bellísima; no sé, ponele 17 años, no más. Linda hasta lacerarnos de dolor. Inmediatamente la pensé desnuda, luego la pensé muerta (ah, esas delicias del pensamiento) pero la preferí desnuda. El que atendía el negocio instantáneamente dejó de atenderme; ¿Sí? dijo ¿que andás buscando? Pensé: seguramente busca la coerción equitativa del flujo vaginal con el semen, pelotudo. Pero no dije nada, soy respetuoso de la estupidez ajena. Mirá, dijo mirándome a mí, vengo a tatuarme al Che, lo quiero acá, agregó. "Acá" era sobre la teta izquierda, lo que no me resultó simbólicamente sugerente si no que dio pie para que la pensara muerta y ahora llena de gusanos, claro que prefiriéndola en mi boca y temblorosa. Y no dije nada, soy respetuoso del simbolismo aún cuando fuere berreta. Quizás entusiasmado por el futuro trabajo sobre esa teta que semejaba un bello poema, el tipo le dice: "Qué grande que era el Che". Sí, respondió ella dejando de mirarme supongo porque yo miraba distraído los dibujos, el Che era una masa, boló, agregó. Luego el silencio se desplomó en el local.
¿Sabés qué?, pregunté, ¿no tenés al Chapulín Colorado?. Para entonces me sabía triste.

martes, 16 de junio de 2009

Apología contra poetas y patriotas

Los poetas y la patria son un verdadero dolor de huevos (de ovarios si hay damas presentes) Convengamos que es más útil a estos días un policía que un poeta o un patriota. Cuando era niño mi abuelita me preguntó: Vielito ¿qué vas a hacer cuando seas grande? Poeta, contesté. Recién ahora me doy cuenta que su mirada era una mezcla de desprecio y pena. Le hubiera gustado verme de uniforme, también ahora sé de su debilidad por los uniformados. En fin. Descaradamente no soy patriota. Demasiado molesto ya siendo poeta en tiempos en que la poesía se reduce a llorar histerias y reproducir ombligos atados al largo llanto del ego. Acá el único que cacarea es el obús que ha puesto su huevo sobre el mundo.

Futbolística

Juraría que es una procesión de locos
la que avanza
por las callejas de Santa María de los Buenos Aires
disfrazados de soldaditos
saludando jocosos
abrazados
ebrios
flameante la insignia patriótica
cuidan sus alforjas de contrabando
de amores criollos
empanadas cimarronas

los contrarios
no resisten
tanta algarabía
gritando consignas nacionalistas
maradó maradó
putean
los apedrean
otros tiran aceite hirviendo

ciertamente
los argentinos no soportan
que se los haya dejado
fuera del mundial 2002

Inicio

Primer post y todavía no entiendo cómo se hace un blog, ja! Supongo que con el movimiento se acomodarán las palabras y los conceptos. Si así no fuera mi propia sombra meará la tumba de los bloggers fallidos. Salud! Bienvenidos a la Manzana Punk. Buen provecho.