sábado, 6 de marzo de 2010

Y no es tu nombre

Cómo recorro esa palabra, la voy modelando en la garganta y raspa y mi lengua (ah ese reptil, esa rosa coagulada) comienza a bordearla, a enlisarle la forma redondeándola; y de todos modos es un animalito esa palabra, una figura bordeando lo que nombra cayendo en lo que dice desesperada de sí misma; y la levanto con la punta de la lengua (ah ese falo de cabeza aplastada) la llevo en andas la agujereo la hago gozar y sangra y camina ya en mi voz, con el eco de todo lo no dicho y por el que ella nace; debí decir esta palabra y no la eternidad cuando dije esta palabra y no la eternidad, cuando lamí esta palabra, su muerte traducida una vez expulsada de mi garganta hacia el aire, con su aire, con la imagen de sí mirándose en el horror de decirse y saberse y morir casi instantáneamente como mueren el amor y los animales de la infancia. Y ya retorna de su verbo o su raíz y comienza a despegarse a decirse y el gusto de almendra y la pesadilla de lo no dicho también comienzan a decirse, como un niño que mira la herida de la rosa como la madre que mira su rosa herida como la rosa abriéndose como una herida en la tarde Y está dicha y se estrella y no es tu nombre.

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